Bases de la técnica.
Casi todos los tejidos humanos (cartílago, hueso, piel, grasa, etc) pueden ser injertados. Esto significa que se puede tomar un fragmento, por ejemplo, de piel del muslo y trasladarla hasta un defecto de, por ejemplo, el brazo. El ejemplo común de funcionamiento más conocido es el de tomar un esqueje de una planta para, una vez plantado en las condiciones adecuadas, obtener otra planta igual. Un Lipoimplante consiste básicamente en emplear el tejido adiposo (tejido graso, tejido celular subcutáneo) que existe entre la piel y los músculos del propio paciente como tejido injertable.
La estructura y características del tejido adiposo permite que este pueda ser recolectado con facilidad mediante aspiración a través de cánulas (pequeños tubos) de reducido diámetro (en torno a los 2 a 3 milímetros); igualmente, el tejido adiposo así recolectado, puede ser inyectado a través de agujas o cánulas de entorno a 1,5 a 2 milímetros. Todo esto significa que el procedimiento de lipoimplante, sea cual sea su localización, se puede realizar virtualmente sin cicatrices o con incisiones imperceptibles. A diferencia de otros injertos, que únicamente tienen la ventaja de dar volumen o soporte, la grasa tiene, además, capacidades regeneradoras.
Como en cualquier injerto de un tejido humano (piel, cartílago, hueso, etc), la grasa que va a ser usada como injerto debe ser recolectada en las mejores condiciones de viabilidad posibles, procesada con cuidado para mantener esta viabilidad y ser implantada adecuadamente en su lugar de destino de forma que pueda sobrevivir durante los críticos primeros cinco días. El éxito de los injertos de grasa radica en procurar un prendimiento lo más completo posible de todas las células que se inyectan. Para conseguir esto el uso de una técnica adecuada es primordial. Una vez que ha sobrevivido (al igual que el esqueje de una planta), permanecerá en su lugar integrándose perfectamente con los tejidos que lo rodean ya que se trata de un tejido vivo y se comportará como un tejido adiposo normal; incluso envejecerá con Vd. El resto de sustancias y células que acompañan a la grasa (como las células madre adultas, precursores endoteliales, citokinas, factores de crecimiento, etc) colaborarán en fenómenos de reparación y reestructuración de los tejidos que se encuentran a su alrededor constituyéndose en una auténtica terapia celular. Esto es lo que ocurre cuando usamos injertos de grasa para el tratamiento de cicatrices o zonas de fibrosis. El Lipoimplante es por tanto más que un relleno de arrugas. Debido a que se trata de un tejido vivo, integrado a la perfección, el resultado obtenido durará tanto como su envejecimiento lo permita. El surco, la arruga o la depresión que en su día se trataron podrán reaparecer de nuevo después de años por fenómenos de envejecimiento, no por desaparición del injerto.
En casos especiales los lipoimplantes pueden enriquecerse con un mayor número de células regenerativas y plasma rico en plaquetas, si se desea un mayor potencial biológico o facilitar más su supervivencia cuando se realizan en zonas de difícil tratamiento.